Derecho, justicia y jurisprudencia

Decía el gran Antonio Escohotado que aquél que obedezca una ley injusta es cómplice de ella, y que no hay que confundir entre derecho y ley. El derecho es algo que establece lo que es justo, mientras que la ley depende de la arbitrariedad del legislador.

Derecho, legislación y libertad de hayek: No existen los derechos, existen los derechos negativos, es decir existe la no interferencia

Hayek enfatiza la importancia que la libertad tiene y que ha tenido a lo largo de la historia. Hayek utiliza no ya un argumento económico, sino un argumento plenamente humano y social, en la que necesitamos la libertad en la vida y para proponernos unas metas o fines.

Hayek establece las relaciones que hay con las buenas leyes, como instrumento de protección para la libertad individual. También enfatiza las distintas instituciones que durante la humanidad se han creado para defender la libertad, como puedan ser el derecho, la moral tradicional, así como la división de poderes como una garantía para mantener la libertad individual, la constitucionalidad para la defensa de la libertad de los seres humanos.

Hayek así como otros liberales de renombre sólo reconocen la libertad como la no no interferencia; entendiendo interferencia como coerción. Al fin y al cabo podemos decir que son los derechos negativos; negativos ya que nadie debe hacer nada para negarlos. Mientras que los derechos positivos implicaría que alguien debe realizar una acción positiva para proveerlos. Pero la libertad de Hayek jamás admitiría derechos positivos ya que para obtener dicho derecho estaríamos forzando (y por tanto implicaría violencia o coerción) a un tercero.

La libertad además debe ser recíproca. Si uno se creyese con el derecho de matar a otro y lo violentase, alguien que defienda la libertad hayekiana podría golpearle violentamente, ya que desde el otro lado se ha roto el principio de no agresión, por lo tanto sería un contrato inválido. Por lo que no se podría sostener que en un contrato implicito una de las dos partes rompiese las condiciones contractuales y esperase que la otra parte las siguiese cumpliendo.

Por esto último, con el derecho pues van ligadas esas responsabilidades. Uno adquiere o pierde derechos (como hemos visto en el caso de la violencia) en base a si es responsable de dichos principios que se basa el contrato fundamental de la libertad.

No, los animales no tienen derechos, ni pueden tenerlos

Por esto mismo, los animales no tienen derechos ni pueden tenerlos, ya que no le podemos exigir responsabilidades, ya no sólo a nosotros mismos, ni siquiera entre ellos. Es por ello que nosotros adquirimos derechos sobre ellos tanto en cuanto cumplamos ciertas responsabilidades. Yo no puedo crear un derecho de no agresión de los humanos hacia los perros ya que no puedo crear un derecho de no agresión de los perros hacia los humanos, pero ni siquiera ese derecho existiría entre animales de la misma especie; no podría esperar ni legislar de ninguna forma para que un perro no agrediese a otro. Por lo tanto los derechos son necesariamente simétricos, en caso contrario estaríamos hablando de privilegios. Algo que se le da a unos y no a otros no es un derecho, porque el derecho es y debe ser universal; sino estaríamos privilegiando a unos sobre otros.

Por todo ello los humanos tenemos privilegios sobre los animales porque no puede existir simetría, pero esto genera responsabilidades con otros seres humanos.

Todo esto no implica que no sea deseable para vivir en una sociedad sana intentar evitar el sufrimiento en la medida de lo posible. Pero no podemos tratar de iguales a humanos y a perros, como no lo hacemos entre perros y mosquitos. Ni tampoco entre perros y plantas (que también son seres vivos).

La justicia no establece valoraciones sobre hechos de la naturaleza, sino sobre acciones de unos sobre otros

La justicia no juzga (valga la redundancia) eventos fortuitos y arbitrarios de la naturaleza en el que el ser humano no haya sido un causante del mismo. Que alguien haya nacido discapacitado es una desgracia, puede ser terrible, e incluso no deseable. Pero ello no es ni justo, ni injusto, simplemente es. Es una realidad. Nadie ha tenido la culpa de ello (a menos que una madre haya bebido alcohol en grandes cantidades a sabiendas de que ello podía perjudicar a su hijo, que en tal caso sí podría ser juzgado).

La justicia establece valoraciones en base a la norma (de normalidad, algo que es habitual, y de ahí que la moral se convierta en norma) para juzgar así distintas acciones que un ciudadano haya actuado sobre un tercero, para establecer si dicho acto fue legítimo o no.

Por lo tanto la justicia no establece pues valoraciones sobre hechos de la naturaleza, sino hechos de seres humanos sobre otros que necesitan ser resueltos en caso de disputa o daño de algún tipo a terceros.

La justicia no sirve para protegernos de nosotros mismos, sino de otros

Es por todo ello que la justicia tampoco puede ni debe pronunciarse sobre actos que uno mismo realiza sobre sí mismo. La justicia está para protegernos de terceros, no de nosotros mismos. Por ello acabar prematuramente con la vida de uno, es decisión de dicho individuo y de nadie más. El derecho a una muerte digna, el derecho a suicidarse, o pedir la inducción del suicidio a un tercero sin ser este penalizado en caso de que el primero no pueda realizar dicha acción por inhabilitación, es decir la eutanasia.

De la misma forma que tenemos derecho a acabar con nuestras vidas, también tenemos derecho a degradarlas (siempre que no causemos daño físico sobre un tercero para ello), mediante el uso de sustancias como puedan ser drogas o fármacos (más correctamente llamado como principios activos). Es por ello que no tiene sentido la legalización de las drogas, sino la despenalización de las mismas.

Las drogas siempre han estado entre nosotros, en todas las religiones, en todas las sociedades, durante toda la historia. Legalizar las drogas sería el equivalente a legalizar el habla, algo absurdo. Por lo que habría que citar cada una de las sustancias que fuesen lícitas o no, en lugar de simplemente derogar la prohibición. El experimento fue prohibir las drogas, y ha salido bastante mal. Tanto desde la ley harrison y la ley seca, en donde hubo más muertes y ocasionó más problemas que nunca, lo mismo ha ocurrido con el opio; que ha sido empleado masivamente durante miles de años, incluyendo en la época contemporánea en donde se vendía el ópio sin receta en cualquier herboristerías o la morfina en cualquier farmacia y sin receta médica, hasta que llegó la prohibición; fue cuando la gente comenzó a inyectarse en vena y donde comenzó el abuso de las mismas, la adicción y las muertes. Lo mismo pasó con otras drogas donde el café y el chocolate (no el cannabis, sino el de comer) fueron pena de muerte o duras penas respectivamente en otros tiempos.

La ley de memoria histórica es una aberración, además de injusta. Los hechos pasados historicos son estudiados por la historia, no juzgados por la ley

La historia sirve para contar eventos del pasado. Las leyes para juzgar aquellos actos dañinos que no queden impunes desde el momento en el que se establecen. Por ello, las leyes cuando se aprueban no pueden tener un carácter retroactivo, porque hasta el momento no se consideraban actos reprochables, al menos a modo normativo.

Sin embargo, una ley de memoria histórica es una aberración, primero porque ya por aquél entonces era ilegal matar, y que hubiese una dictadura después de aquella guerra y no juzgase aquellos actos por parte de unos pero sí de otros no cambia un ápice lo que durante la guerra fue aquella ley. Tampoco una dictadura impuesta da ningún tipo de legitimidad a las nuevas leyes arbitrariamente aprobadas. Por tanto no es necesario de ninguna ley nueva para ajusticiar aquellos actos reprochables; se podrían juzgar en la actualidad sin necesidad de ninguna ley adicional.

La historia sirve para contar eventos, recordarlos y así que la sociedad evite volver a repetirlos si es posible, pero no para enjuiciar, asi que una ley de memoria histórica es absurda. La história ya es memoria. Pero es que cuando una ley llamada de memoria histórica se aprueba a partir de una fecha específica de manera retroactiva contra el periodo de la dictadura franquista, lo que esta es enjuiciando a unos, pero no a otros; exactamente igual de ilegítimo que hizo el franquismo en su dictadura. Por ello la ley de memoria histórica aprobada por el PSOE acota juzgar actos de la dictadura (además de otros reconocimientos), porque antes de esta precisamente el PSOE quién hizo 4 golpes de Estado de los 8 que hubo en el periodo de la república, y se tendrían que juzgar a ellos mismos. El PSOE fue por su história el partido más radical en el sentido peyorativo del término, dejando al Partido Comunista de España como un partido muy moderado.

Conclusiones

Que algo lo diga un papel, no lo hace necesariamente ni válido ni una certeza. Tampoco es algo que se pueda emplear como argumento para defender una posición sobre una realidad de los conceptos a debatir, tan sólo se podría emplear como una prueba de las declaraciones de las partes implicadas. Es decir, que una ley o una constitución diga que un Gobierno es democrático, no lo hace ni democrático ni tampoco define lo que es la democracia. Que una ley prohiba algo, no lo hace justo, sólo indica la prohibición de dicha acción impuesta sobre la parte gobernada. Por lo tanto cualquier tratado sólo servirá para indicar la declaración de intenciones (o el deber ser por parte de los gobernantes), y todo ello en caso de que realmente se cumpliese -el deber ser- , y nunca el ser; ni la realidad de facto, ni siquiera definirá ningún concepto filosófico ni moral.

Por lo dicho, la ley no necesariamente es justa, ya que depende de la arbitrariedad del legislador, y es impuesta por coerción de facto, por lo tanto jamás podrá ser empleada como argumento en un debate filosófico para hablar de justicia y mucho menos ni de ética ni de moral. Sino que estamos hablando de otra cosa, de lo que es, no de lo que es justo, ni por tanto legitimo, ni por tanto como argumento para rebatir nada a excepción de la viabilidad o no de evadir dichas normas -sean estas justas o injustas-, pero nada más. Es más, aceptar una ley injusta que no merece ser respetada, no sólo es inmoral sino que es ser cómplice de tal injusticia. Aceptarla por miedo es entendible, disuadir a otros de no querer aceptarla es no sólo de cobardes sino de cómplices co-activos de dicha tiranía.

Como se puede establecer de todo esto, entendemos que los legisladores además no pueden definir los conceptos filosóficos o sociales tales como justicia, bondad, maldad, discriminación, racismo, democracia, o cualquier otro vocablo de índole moral. Por mucho que intenten tergiversarlos y manipularlos para emplearlo conta los disidentes o aquellos contra poderes del status quo.

Por lo que podemos afirmar por tanto que el derecho no lo dicta la justicia, sino la fuerza. El Gobierno jamás puede ser el administrador de la verdad y de la mentira en una democracia, eso solo ocurre en las dictaduras. Sin embargo es la mayoría de la gente que defiende este status quo -con o sin saberlo- la que comete todo tipo de falacias con el empleo en estos casos de argumentos como ad baculum que es una falacia que implica sostener la validez de un argumento basándose en la fuerza inapropiada o inadecuada, dentro de la amenaza o en el abuso de la posición propia; entendiendo que <<La fuerza hace el derecho>> o tipos de falacias más generales como el empleo de argumento de autoridad, tales como; <<no es discriminatorio porque lo dice la constitución>> ó <<no es justo o no debe hacerse porque así lo dicta la ley, escrita por un Gobierno escogido por la mayoría>>. Es decir se emplean argumentos ad verecundiam o magister dixit -también conocido como argumento de autoridad-, que consiste en defender algo como verdadero porque quien es citado en el argumento tiene autoridad en la materia; la ley, la justicia, el Gobierno o un individuo como tal pueda ser un premio Nobel, un Doctor, o cualquier otro caso similar.

Bibliografía adicional para indagar en estos temas:

  • Persons, Rights, and the Moral Community. Loren E. Lomasky
  • The Ethics of Liberty. Murray Rothbard.
  • Principles for a Free Society. Richard Epstein
  • The Structure of Liberty. Randy Barnett
  • The limits of Liberty: between anarchy and Leviathan. James M. Buchanan
  • The Problem of Political Authority. Michael Huemer
  • The Road to Serfdom. Friedrich Hayek
  • Against Democracy. Jason Brennan
  • Governing the Commons. Elinor Ostrom
  • The Myth of the Rational Voter. Bryan Caplan
  • Free to Choose: A Personal Statement. Milton Friedman