¿Tu estado de ánimo es la indiferencia, la sensualidad o el amor? me inclino más bien por el tercer estado, que es más natural que los otros. En cuanto a mí, cuanto más estudio mis sentimientos, más convencido estoy de que el hombre es un bruto y que sólo el amor puede elevarle.
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No, amigo mío, el ideal no es incompatible con la naturaleza humana. No, no es solamente una quimera infantil soñada por un poeta. El Ideal, para mí (es difícil de explicar), pero, para mí, es m ezclar lo más grande con las cosas más humildes de la tierra; es grande todo lo que se hace; es el desarrollo completo de todo lo que el Soplo Creador ha puesto en nosotros como facultades divinas. ¿Me comprendes? Este es el Ideal, tal y como reside en el fondo de mi corazón.
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No vives para aquellos que no te comprenden, para el mundo exterior que te desprecia, pobre niño, sino para alguien (yo) que no deja de pensar en ti, y de sentir como tú y contigo acerca de mi corazón.
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Esta es mi tragedia, precisamente; ¡mi destino maldito! Yo no soy como la abeja insaciable que va a libar la miel de una flor y luego la de otra. Soy como el negro escarabajo que se encierra en el seno de una sola rosa y vive en ella hasta que la flor cierra sobre él sus pétalos y, ahogado en este abrazo supremo, muere entre los brazos de la flor que ha elegido.
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Hay en el universo un hombre que durante el día sufre tormentos indecibles y que, por la noche, no puede dormir; que siente en su corazón un vacío espantoso que la voluptuosidad no puede colmar; en su cabeza hierven todas sus posibilidades; que, en medio de los placeres, entre todos los alegres convidados, siente repentinamente que la soledad de negras alas desciende sobre su corazón; hay en el universo un hombre que no espera nada, que no teme nada, que detesta la vida y no tiene fuerzas para abandonarla: este hombre es ¡Aquel que no cree en Dios!
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Tenía una manera especial de quitarse el sombrero y dejar caer el brazo que parecía decir: <<Si me descubro no es por usted, es que me obliga a hacerlo mi buena educación>>.
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¿Falta de inteligencia? No. Sino que, por desgracia, su inteligencia se sentía atraída en una dirección distinta de la de sus estudios.
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Yo no soy exactamente lo que parezco. No sé cómo explicarme y me doy cuenta de que no me comprendes… Es algo mucho más complicado de lo que parece e incluso yo apenas si consigo entreverlo como un resplandor fugaz…
Quedó callado, con la cabeza inclinada y la vista perdida en el espacio, como si se hubiera agotado por este vano esfuerzo de alcanzar durante un instante la verdad íntima de su vida.