El Hotel espia del KGB

Una de las curiosas historias que ha tenido el hotel Viru en Tallin, Estonia, ha sido que durante décadas se empleó este hotel para atraer a turistas de Estados Unidos y América y causar buena impresión de lo que era la URSS. Para ello se había montado un complejo hotelero opulente, con todos los lujos posibles, pero que a su vez, había que mantener a la población local lejos de dicho hotel.

El viejo puerto de Tallin desde donde se llegaba


Para evitar todo contacto, los turistas llegaban a lo que hoy es el antiguo puerto de la era soviética en Tallin. Una calle en línea recta desde este viejo puerto hasta el hotel, donde los turistas eran recogidos en autobús y llevados directamente al hotel, hacía imposible cualquier tipo de contacto entre locales y turistas, como tampoco hacía posible que ningún turista pudiese ver la realidad estona en la época soviética, más que ver el casco antiguo de estonia a lo lejos desde el hotel.

El Hotel Viru que contaba con 23 pisos

Lo primero que llama la atención de este hotel (aunque es difícil darse cuenta al principio) es que el hotel tiene 23 plantas, sin embargo tan sólo existen 22 botones en el ascensor. El acceder a la planta 23 simplemente no era posible, estaba oculto de tal forma, que ni tan siquiera los empleados sabían de su existencia. Esta planta guardaría uno de los secretos más curiosos de la URSS. Una planta empleada por el temido KGB, para espiar a todos y cada uno de sus huéspedes.

Además de estar oculta esta planta, una vez se había conseguido acceder a ella, hay otro nivel de seguridad adicional, lo cuál imposibilitaba el acceso a cualquier empleado que por una razón u otra, hubiese podido acceder a esta planta de alguna forma.


Había que insertar un código para que esta puerta se abriese

Video promocional del lugar

Básicamente los agentes del KGB se llevaron todos los aparatos clave para que este equipo pudiese funcionar de nuevo. Tan sólo dejaron algunos equipos de menor importancia y que actualmente tan sólo emiten luces. También se puede ver como se llevaron gran parte del equipo de espionaje y comunicaciones. En tan sólo 24h fueron capaces de llevarse prácticamente todo los equipos, borrar todas las pruebas y dejar tan sólo material inservible que no probaba mucho.

Como se puede escuchar en el video anterior, nunca nadie había entrado en estas habitaciones más que por error alguna vez algún empleado. Este fue el caso de uno de los empleados actuales, que es el único que sigue trabajando desde entonces para el mismo hotel y que ha ayudado a reconstruir la habitación cespía on los elementos que dejó el KGB antes de marcharse. Obviamente fue expulsado inmediatamente y fue espiado y seguido durante un tiempo por seguridad.

Por desgracia los agentes del KGB borraron las grabaciones de las cintas antes de marcharse… y grabaron encima una cinta imitando que empleaban este equipo como hilo musical o como promoción de lugares en Estonia.

Parte trasera del equipo de espionaje

Durante todo este tiempo que la KGB espió empleando este hotel ocurrieron cosas muy curiosas. Un turista americano, estando solo en su habitación se le ocurrió hacer una broma, diciendo en alto «Esto está lleno de micros, así que sé que me estáis escuchando los que me estáis espiando». Las casualidades y mala pata de estas palabras pronunciadas por el propio turista, hizo que fuese inmediatamente detenido.

Hubo otro curioso caso en el que un turista no tenía toalla de baño, y el cuál se quejó también en voz alta de ello en su propia habitación. A los dos minutos había un dependiente del hotel diciéndole «su toalla señor».

Por alguna extraña razón o simplemente fruto de las probabilidades de que ocurriese esto, un agente olvidó el audífono dentro de unas lámparas de una de las habitaciones y se llevó el micro en su lugar. Así que uno de los clientes escuchó en repetidas ocasiones a su lámpara hablar mientras dormía.

Muchos de los platos, contenían micros, se les colocaba a aquellos que se podía sospechar. El plato tenía un micro que emitía la información a un receptor que iba adosado a la pared por donde teoricamente pasaba un rodapié, desde ahí iba un grueso cable hasta el piso 23 donde era grabado en una cinta como la que hemos visto anteriormente. Lejos de ser receptores pequeños, el diametro del tubo que lo contenía era de unos 5 cm.

En algún caso, alguno de los camareros (que también eran agentes del KGB infiltrados, sin que los otros camareros sospechasen nada) se equivocó y puso el plato que no contenía un micro, colocando el plato con el micrófono en una pila de platos para lavar… donde los agentes no escuchaban más que extraños ruidos y con una recepción bastante penosa al encontrarse algo lejos del receptor este micro.

El cuño oficial y la estampa para distintos permisos

Una máscara de gas, una máquina de cuñar para obtener ciertos permisos. Cosas tan simples como enviar un comunicado por fax, requería de permiso explícito desde Moscú que podía tardar una semana. Hacer una fotocopia requería también de permisos y debía llevar el correspondiente cuño.

Los agentes de la KGB eran como McGyver, aunque suene un poco gracioso. Eran buenos en muchas areas como electrónica, radio, etc  y unos manitas en preparar ciertos artilugios.


Lo que hay encima del reproductor de cintas es un monedero. Este contenía una pequeña bomba con unos líquidos que al mezclarse y entrar en contacto con la piel humana, era imposible limpiar con cualquier tipo de producto convencional. Esto se empleaba como señuelo, se dejaba como si fuese un objeto extraviado, de tal forma que si un turista lo encontraba, debía devolverlo a la recepción del hotel sin abrirlo, en caso contrario, sería detenido.


Plano de alguno de los aparatos aquí mostrados


Máquina de grabación y reproducción de cintas


Aquí podemos ver parte del equipo de espionaje


Vistas desde el hotel al puerto, totalmente en línea recta


En esta mesa se sentaba el director encargado del KGB para este hotel. Por supuesto tenía su teléfono rojo con línea directa a Moscú (al ser línea directa, estos teléfonos carecían de cualquier tipo de teclado o ruedecilla).

Aquí podemos ver alguna guía del hotel Viru

Se daban diplomas por absolutamente todo tipo de cosas. En este hotel trabajaban los mejores profesionales en cada una de sus areas; los mejores cocinceros, los mejores ayudantes de cocina, los mejores recepcionistas, etc. Hasta tal punto, que tenían a completos especialistas todo el dia cortando rebanadas de pan perfecto, sin importar que ya existían máquinas que hicieran esa tarea; todo tenía que ser de la mejor calidad y artesano. El lujo y la fachada de un país con bastantes problemas, pero en el que la propaganda era tan importante como poco rentable e inviable.

En cada uno de los pisos del hotel, había una persona mayor, sentada en una silla junto con una mesa y una libreta. Estas abuelitas, se dedicaban a apuntar todo lo que hacían los clientes. Quién entraba, quién salía, si iban solos o acompañados, etc. Ni estas viejecitas ni ningún miembro del hotel hablaba más que ruso. Excepto la gente de la recepción lo más básico y fundamental para dar la llave y entender 4 palabras contadas. De esta forma, la KGB se aseguraba de que no podían tener ningún contacto con los clientes, ni intercambiar ningún tipo de información, ni de uno ni de otro lado. Esto por supuesto, llevaba a algunos mal entendidos.

A la izquierda Yuri Vladímirovich (en ruso Юрий Владимирович) a la derecha Leonid Ilich Brézhnev (en ruso Леонид Ильич Брежнев). Yuri Vladímirovich fue director del KGB hasta el año 1982, Presidente del Presidum del Soviet Supremo de la URSS y quinto Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la URSS. Leonid Ilich fue Segundo Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la URSS y Presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS. Ambos importantísimas personalidades de la URSS. Sin embargo, la propaganda del Regimen, hacía que en tan sólo un año, hiciesen una burda y literal copia, cambiando tan sólo la foto de uno de ellos por la del otro.